Hoy es el día del periodista. ¿Pero realmente hay algún motivo para estar de fiesta?. Realmente no. La profesión periodística vive uno de sus mas crudos días, por diferentes y vergonzosos motivos.
Hoy la jornada sirve para preguntarnos si es recomendable que los poderes, desde políticos a económicos, metan sus sucias manos en el noble ejercicio periodístico. La respuesta es un tajante no. Pero no se ven salidas para acabar con esta desgracia materializada en forma de personajes incompetentes que intentan hacerse los reyes del mambo para tapar sus deficiencias, mayores que los aciertos, pagan a mediocres trabajadores, ni deberían ser llamados periodistas, para que les limpien los zapatos de forma natural. Malditos poderes, poderes malditos. Algún vestigio de periodismo neutral queda en este mundo lleno de predicadores. Aunque no se preocupen, que los temibles poderosos ya tienen a sus infectos equipos trabajando para aniquilarlos. No vaya a ser que se cuente la verdad. Si los periodistas tuvieran que pasar un examen después de unos años de carrera, el 80% de los periodistas perderían esa condición de inmediato. Pese a ese postureo de decir que ellos son imparciales. Ahora resulta que todos lo son. No me hagan reír.
El periodista que quiere ser bueno se ve sometido a una carrera de obstáculos diaria en la que cuesta salir ileso. De eso pueden dar cuenta aquellos que trabajan en Siria, Irak, Mexico, contando las desvergüenzas de algunos, que no quieren perder ese juego. El juego del poder. Conviene decir que además de poner su vida en riesgo, son maltratados y malpagados por algunas de las principales organizaciones periodísticas del planeta, que prefieren dedicar sus fondos a pagar sueldos millonarios de inútiles directivos cuyo mayor problema es que hacienda no los pille.
Gracias a dios que aun nos queda algunos rincones libres como el programa de Alsina en Onda Cero, Telemadrid, La Sexta... No son muchos pero compensan a aquellos RTVE, TV3... que son el mejor exponente del periodismo basura. Seguid con nosotros, por favor.
Realmente el periodismo vive tiempos peores, con los bulos interneteros y los medios propagandísticos campando a sus anchas. Ahí seguirán. Parece que por mucho tiempo. Ojala no sea así. Porque ese periodismo no crea ciudadanos libres, crea auténticos hooligans que creen tener la verdad absoluta. En realidad solo son mediocres personas influidas por mediocres poderosos.
Hoy la jornada sirve para preguntarnos si es recomendable que los poderes, desde políticos a económicos, metan sus sucias manos en el noble ejercicio periodístico. La respuesta es un tajante no. Pero no se ven salidas para acabar con esta desgracia materializada en forma de personajes incompetentes que intentan hacerse los reyes del mambo para tapar sus deficiencias, mayores que los aciertos, pagan a mediocres trabajadores, ni deberían ser llamados periodistas, para que les limpien los zapatos de forma natural. Malditos poderes, poderes malditos. Algún vestigio de periodismo neutral queda en este mundo lleno de predicadores. Aunque no se preocupen, que los temibles poderosos ya tienen a sus infectos equipos trabajando para aniquilarlos. No vaya a ser que se cuente la verdad. Si los periodistas tuvieran que pasar un examen después de unos años de carrera, el 80% de los periodistas perderían esa condición de inmediato. Pese a ese postureo de decir que ellos son imparciales. Ahora resulta que todos lo son. No me hagan reír.
El periodista que quiere ser bueno se ve sometido a una carrera de obstáculos diaria en la que cuesta salir ileso. De eso pueden dar cuenta aquellos que trabajan en Siria, Irak, Mexico, contando las desvergüenzas de algunos, que no quieren perder ese juego. El juego del poder. Conviene decir que además de poner su vida en riesgo, son maltratados y malpagados por algunas de las principales organizaciones periodísticas del planeta, que prefieren dedicar sus fondos a pagar sueldos millonarios de inútiles directivos cuyo mayor problema es que hacienda no los pille.
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Realmente el periodismo vive tiempos peores, con los bulos interneteros y los medios propagandísticos campando a sus anchas. Ahí seguirán. Parece que por mucho tiempo. Ojala no sea así. Porque ese periodismo no crea ciudadanos libres, crea auténticos hooligans que creen tener la verdad absoluta. En realidad solo son mediocres personas influidas por mediocres poderosos.
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