La España que había dejado la Guerra Civil era eminentemente católica, producto de la victoria del bando franquista en el conflicto bélico. Es por ello que retransmisiones como las del rezo del Angelus, eran casi obligadas en la programación radiofónica.
A esa hora, hubo un día en cierta emisora, en la que la locutora no llegó a tiempo a la antena de Radio Almería EAJ-60, y el director Rafael Gómez Montero, debió encomendarle la labor a Pizarro. Nadie lo sabía, pero aquella tarde de 1949 estaba naciendo una leyenda.
Recuerda Antonio Torres que cuando se casó, todo el mundo se acercó a saludarla y darle la enhorabuena. Era la locutora accidental de la radio, transformada en estrella de una provincia que aún no tenía aparatos de televisión.
Incluso fue producto de un fichaje estrella, ya que con el tiempo pasó a formar parte de la maquinaria de Radio Juventud. Ese oficio lo compaginaba, con tareas por la mañana en la Sección Femenina, dedicándole a la radio sus tardes.
Y esta es la historia de una locutora que no tenía la intención de serlo, pero que acabó transformada en figura indispensable de las ondas almerienses.
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