España ha desayunado revuelta en el día de hoy. Se han publicado unas conversaciones de Corinna con el polémico comisario Villarejo en las que se acusa al Rey Juan Carlos de corrupción. Después de lo de Urdangarin ya nada me sorprende. Los tentáculos censuradores de Zarzuela no han podido actuar esta vez y la noticia se ha propagado, como el escandalo que es, por largo y ancho de la geografía nacional.
Los reyes, jefes del estado, cuentan cada vez con menos poder en los medios de comunicación. Y eso es bueno. Atrás quedan aquellos maravillosos años en los que la putrefacción era escondida por las presiones de altos cargos en la institución monárquica a los grandes jefes de los medios. Atrás quedan los tiempos en los que en plena semana de abdicación la portada de 'El Jueves' fue censurada lo que provocó un autentico ''efecto Streisand''
Los jerifaltes de la corona ya no disfrutan viendo como TVE no emite el documental Yo Juan Carlos, rey de España que si se vió en prime time en France 3, cadena pública francesa.
Tampoco disfrutan ya de la censura de libros como denunció Anasagasti, diputado del PNV, en el año 2008. El libro en cuestión era 'Una lealtad real' de Manuel del Prado y Colón de Carvajal.
También las letras del diario 'El Mundo' han vivido esta situación cuando el director García Abadillo impidió a Ana Romero, experta en Casa Real, hacer referencia a Corinna en la crónica de la abdicación del Rey en 2014.
España sigue, la realeza sigue, pero sus tentáculos controladores sufren una herida de muerte que desde los poderes borbónicos intenta ser curada. No lo conseguirán, la ciudadanía no es tonta y saben lo que pasa. Esta es la 'Marca España' que algunos propagan al exterior.
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