PP. PSOE. Ciudadanos. Unidos Podemos. PdeCat. ERC...el sueño de cualquier partido político siempre ha sido tener un altavoz en los medios, un altavoz que propague su discurso a los ciudadanos y que les permita gozar del apoyo de la masa de españoles con ese derecho tan minusvalorado como es el de voto. Se entiende que los medios deben de ser imparciales, con la objetividad como algo imposible en cualquier persona, y plurales, en los que cada manera de pensar o vivir tenga su reflejo. A los medios públicos, esos que con nuestro dinero pagamos, no se les pide, se les exige. Aquí estamos acostumbrados a ver como la independencia de RTVE goza de mejores y peores épocas, según el uso que se quiera hacer de ellas por parte del Gobierno, y muchas veces mas de los asesores en la sombra que de los presidentes y ministros con cartera. Los directivos con carnets de partido nunca se han visto como algo anómalo en el ente público, pese a que lo es. Es anómalo que cada vez que un partido llega al poder coloque en RTVE, y sirva como referente del resto de medios públicos de este país, a sus amiguitos de cortijo, aquellos que saben cual es su labor: ser la voz de su amo.
En medio estan los trabajadores. Dentro de este grupo encontramos dos subdivisiones: los trabajadores de siempre, aquellos que lo unico que quieren es sacar su trabajo bien y que se hable bien del lugar en el que viven, porque el periodista vive en la redacción, su autentico hábitat natural (aunque debería ser la calle, pero no hay dinero). En la segunda subdivisión podemos encontrarnos a los trabajadores con carnets de partido, que estan siempre en el ente, pero cuya responsabilidad fluctúa entre ascensos y descensos como si fuera la bolsa de Nueva York, en función de si el partido que está en el gobierno es el suyo o no. Véase el caso de Jenaro Castro, director de Informe Semanal, que sufrió una época de ''barbecho'' dirigiendo entre 2004 y 2012 el programa 'Semanal 24h' después de haber sido mano derecha de Urdaci.
Pedro Sánchez prometió que cuando llegara al Gobierno haría la magnifica labor de despolitizar el ente. Bien, Pedro Sánchez llegó y prometió a medias. Apenas tres semanas de pisar por primera vez La Moncloa puso en marcha un decreto en el que se cesaba al consejo de RTVE y al presidente, el popular José Antonio Sánchez, y se iniciaban los tramites de renovación del ente. En principio era lo prometido. Pero desgraciadamente el proceso comenzó a volverse patético cuando Podemos, mal ahí, empezó a proponer una batería de nombres como Ana Pardo de Vera o Andrés Gil. Ninguno generaba el consenso necesario y los trabajadores de dentro tenían miedo a un nuevo presidente del exterior con la voluntad de manipular. La diferencia con anteriores procesos es que ahora no se iban a callar, los temidos 'Viernes Negros' continuaban. En tiempos de redes y de defensa de las libertades, esto es tan temible como una Huelga general. La democracia no se basa en que los gobiernos decidan que se cuenta y que no.
Continuará...
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