Este año que está a punto de concluir es el de la resurrección de TVE, antes manchada por los siniestros casos de manipulación, que minaron en su credibilidad. La nueva dirección de informativos, encabezada por Begoña Alegría, ha decidido cambiar sus informativos y arriesgar con nuevas y frescas caras, nuevas voces, nuevas miradas, necesarias en un proceso de cambio.
Desde Washington repatrió a Carlos Franganillo. Le quería para el Telediario 2, el más importante de la cadena. Sentarse en la silla de Ana Blanco, de vuelta en el mediodia, era una presión extra para un periodista más acostumbrado a correr detrás de la familia Trump que a estar sentado en una sala de maquillaje mientras el reloj pasa de las ocho de la tarde. Es la cara de la información en el contacto diario de miles de ciudadanos que regresan a casa y sintonizan con La 1 mientras este asturiano les cuenta lo que ocurre.
Asturiano de nacimiento, le tocó abrir su primer telediario con el accidente de autobús en Avilés. Su estilo parece tener coincidencias con el de Vicente Vallés, que a la misma hora presenta las noticias de Antena 3, aunque él evita dar su opinión. En la televisión publica, neutralidad. Un tipo aburrido que en apenas tres meses ha conseguido una autentica legión de fans, que admiran a este corresponsal, metido a presentador. Una trayectoria similar a la de Lorenzo Milá, predecesor inmediato en la corresponsalía de Washington y presentador también del Telediario de las nueve de la noche, ambos tras un periodo de manipulaciones partidistas, en favor del gobierno de turno, en este caso del PP.
Es la cara de las ocasiones importantes junto a Ana Blanco, y lleva dos especiales informativos en apenas ocho días de diciembre, las elecciones andaluzas y los 40 años de la Constitución. Algo que podría parecer pan comido para una persona que fue corresponsal en Moscú en los peores momentos de Ucrania, y corresponsal en EEUU en la llegada al poder de Trump. Su nombramiento parece estar inspirado en los ''anchor'' de los noticieros estadounidenses, más reporteros que presentadores. Ese es el campo que parece cultivar Franganillo.
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