Nueve de la noche en punto, y Carlos Franganillo aparece en mi televisor. Lo hace en la penumbra, en un plató sin iluminar. Pero pronto, un foco se ilumina sobre él. Como si fuera el elegido, el presentador inicia una hora de noticias, con solvencia y rigor.
Una de las mejores noticias que nos ha deparado la nueva etapa de los informativos de TVE, es encontrarnos a este asturiano en el informativo más importante del ente. Y lo asume con la naturalidad y la humildad que se le presuponían, con un sello característico.
Si hay algo que no es Franganillo, apellido con renombre, es un ''busto parlante''. Cuenta las noticias, le da su matiz y su entonación, y dota de dinamismo un informativo sosegado. En él, la calma parece encontrar su lugar, con la capacidad de contar los incidentes más preocupantes sin evitar caer en el alarmismo.
Y es que Franganillo es un todoterreno. Evita caer en la tentación de quedarse en la silla del estudio, en la cómoda silla, y se desplaza a las grandes coberturas informativas, algo que en España suele brillar por su ausencia. Si algo ocurre, allí está Franganillo.
Y quizás por todo esto, el Ondas con el que ayer le premiaron, sea el mejor reconocimiento que se le podía dar. Un presente con mucho futuro por delante, siempre que los vaivenes de la corporación se lo permitan.
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