Señores y señoras, se acuerdan que ayer les contaba que Santiago Abascal iba a pasearse por 'El Hormiguero', para ver a las hormiguitas. Pues bien, pese al boicot al programa, eso ocurrió. No hubo censura y Abascal fue a sudar a Antena 3.
Porque podríamos cambiar la frase del inicio. Anoche Abascal no se lo pasó bien. Pablo Motos sacó la garra de no sabemos donde, y le hizo una entrevista dura al líder de VOX. Quizás la más dura en mucho tiempo. Anoche risas hubo pocas, y si las hubo fueron nerviosas.
El político fue a hacer su papel. Intentó quedar bien, pero hizo su papel, y quedó mal. Como siempre. Negó ser homófobo pero dijo que sería mejor priorizar a las parejas heterosexuales. Su discurso vuelve a chirriar, vuelve a ser tan amistoso como siempre.
Pero ese discurso chirriante se pudo hacer, se pudo expresar, como base de la democracia. Eso es así, y así debe ser. La democracia es para todo, para lo que nos gusta y para lo que no. Tenemos tanto derecho a irritarnos como Abascal tiene a expresarse. Democracia.
Y el boicot que se esperaba, se ha quedado en nada. Se ha conseguido un efecto contrario, aumentar la expectación, enganchar al espectador, deseoso de cabrearse con las palabras del diputado. Se ha conseguido la última versión de eso que llaman 'Efecto Streisand'. Y se ha conseguido uno de los programas más vistos de la historia. Gracias Twitter.
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