Se dice que los medios de comunicación son el reflejo de la sociedad, de la vida cotidiana, del día a día. En los últimos años la sociedad española ha ido conociendo quién era de verdad Juan Carlos I y su entorno, con polémicas como la cacería en Botswana o la corrupción de Iñaki Urdangarin, que han quemado la imagen de la corona entre los españoles, que en medio de una situación de cada vez mayor pobreza y recortes, ven como le pagan una vida paradisiaca a unos señores que viven de las rentas de la Transición.
En este marco en los medios se ha abierto la veda para hablar de los chanchullos del monarca retirado, pero como se denunciaba anoche en el reportaje de Eider Hurtado en ETB2 ''Monarquía, un negocio rentable'' ahora el silencio recae sobre Felipe VI y la reina Letizia, cuya única critica mediatica viene referida a su papel en el proceso independentista. El reportaje se tuvo que emitir en ETB2, única cadena que quiso tratar el tema. Ni siquiera la tv del diario Público que si sacó al aíre 'Las cloacas de interior'. Tampoco lo hizo La Sexta que emitió un recordatorio del 27-0, ni Mediaset, demasiado sumisa a los poderosos. Tampoco TV3 que en esta ocasión prefirió guardar silencio. Silencio, la verdad se esconde, la verdad incomoda.
El problema del mundo periodístico español es que tiene miedo. Tiene miedo a denunciar a los de arriba. Hablo de periodistas. Los dueños de las televisiones solo tienen interés, para ellos el periodismo es solo una manera de ganar billetes, un negocio, un beneficio lucrativo. Es lo mismo una noticia que una tómbola de casino. Show must go on.
En estas circunstancias es tiempo de reflexionar. Es más fácil de lo que parece hacer caer al poder, pero eso no lo puede hacer ni uno solo. Es hora de que ante las llamadas de teléfono desde despachos, se les diga no y se les cuelgue. El periodismo se respeta, el periodismo se defiende.
Es lo que no hicieron en la redacción de 'El Mundo' la tarde del 2 de junio de 2014. Ana Romero, experta en Casa Real, decidió incluir en su crónica informaciones referidas a la amante del rey emérito, Corina. El diario dirigido en ese entonces por Casimiro García Abadillo consideró esa referencia innecesaria. Romero no se amilanó y se fue. Difícil pero valiente.
Donde no hubo valor fue en TVE que decidió no comprar el documental 'Yo, Juan Carlos I' que acabó emitiendo la televisión francesa.
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