Exclusiva. Primicia. En Directo. Son los rótulos más usados por las secciones de sucesos de los matinales españoles, con la honrosa excepción de La Sexta, que intentan enganchar al televidente con carnaza, porque saben que es lo que la mayoría de la gente quiere ver. La sangre siempre atrae.
El empaquetamiento visual de estos programas parecen llamados a que te quedes petrificado delante de la tele. Te anuncian que están a punto de contarte las últimas novedades de los casos más desgarradores del país, aunque en la mayoría de ocasiones no haya novedades. Para cuando eso haya ocurrido, tu llevarás media hora como minimo pegado al televisor, aumentando la audiencia del programa, y los ingresos de los jerifaltes, que aumentan sus bolsillos y se limpian sus partes más pudientes con billetes de 500 euros extraídos de la sangre ajena, con color verde pero alma roja.
Y en esto estamos. Los codazos por ver quien habla antes con la abuela segunda de un niño atropellado o por el primo hermano de un hombre desaparecido son la constante de aquellos que te venden como periodismo, lo que en realidad es una labor de recogida de lagrimas del suelo, que se transformarán en papel, y que acabarán en billetes, dinero sucio, no para Hacienda, pero sí para la moral de un país con sentimientos, hipnotizado ante los carteles luminosos de la insolidaridad de algunos.
Y no piensen que ellos, las victimas ,o los que tienen la mala fortuna de conocerlos, se someten voluntariamente a este show, a este teatrillo de vísceras esparcidas por una mesa, sino que son sometidos, bajo el amparo de la ''libertad de expresión'' y del ''derecho a la información'', travestidos en dinero, euros entrando en una cuenta corriente, mientras las letras de la palabra ''información'' se van cayendo, o en el peor de los casos, tiñendo de rojo.
Se pudre la mañana, y se pudre el alma del periodismo, se pudre el alma, el corazón de aquellos que también somos victimas, y que asistimos ante este tipo de programas, obligados por una televisión que cada vez me da más pena. Me declaro en rebeldía vital contra estos matinales, e intentaré desintonizar cada mañana el televisor, encontrando la compañía en el aparato de radio, del que espero no salga el liquido rojo de la sangre.
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