9 de septiembre de 2019. El día en que los niños se preparan para el primer, o segundo, día de clases, el clima político de esta España nuestra es similar al que se puede vivir en el arranque de un curso escolar: llantos, pataletas, y alguna, solo alguna, sonrisa por ver a los compañeros. En la política española esa sonrisa es, en la mayoría de casos, una sonrisa impostada, obligada por el disparo de los fotógrafos.
Y es que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias actúan como un dúo músical, que muy raramente se escuchará en alguna de esas aulas, actúan como 'Pimpinela'. Y se sientan a hablar, aunque las palabras suenan huecas, sin espíritu, sin mayor entusiasmo porque esas palabras lleguen a buen puerto. Y es que las palabras de dos hombres, esos dos hombres, suenan a pataleta, aunque en este caso sin una profesora capaz de separarles. Alguien le esta robando el bocadillo a alguien.
Y en ese sin fin de pataletas, de palabras llenas de balas, hay una victima. Una de esas balas ha ido a parar directamente al corazón de TVE, de la corporación pública, usada como una patata caliente entre políticos, que se llenan la boca de promesas inexistentes, de reproches cruzados, mientras los trabajadores intentan esquivar el juego de tenis.
La última ocurrencia de Podemos, cuya voluntad regeneradora se ha convertido en una aspiración de compartir la silla, y en el caso de jugar al juego de las sillas, no quedarse sin una, ha decidido atacar a TVE por preparar la licitación del decorado, del pulmón, de la cobertura electoral del 10 de noviembre, hipotética cobertura electoral, con una licitación que debe ser confirmada si los dos partidos no se ponen de acuerdo.
Y este es el nivel, dos partidos que dedican sus jornadas a reprocharse en público, a atacarse con vehementes discursos, mientras la solución, estando en sus manos, se escapa por el retrete, con la intención, esa es la sensación que da, de tirar de la cadena. Y esta es España. Como bien cantaría el recientemente fallecido Camilo Sesto: ''Vivir así es morir de amor''.
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