El abogado Emilio Rodríguez Menéndez es uno de los personajes más polémicos, y para muchos, turbio, de los noventa en nuestro país. Invitado anoche en 'Todo es Mentira', contó algunos casos de manipulación, de compra de periodistas, que dejaron a la profesión patas arriba.
En los noventa eran conocidos los tentáculos del Inspector Villarejo, siniestro personaje de las cloacas políticas, que operaba mediante un método similar al de un chantaje. Se vendían dossieres falsos de personalidades públicas, se cita a Mario Conde por ejemplo, con la intención de difundir información falsa y aniquilar el prestigio, para cuando el escándalo estuviera servido, en la primera plana de la información, ofrecer un suculento trato, mediante el pago de una cifra de dinero, para eliminar el asunto en cuestión.
Está claro que Villarejo no podía operar solo, tenía contactos dentro del mundo de los medios de comunicación. Se cita a tres principalmente: Pedro J Ramirez, Antonio Rubio y Manuel Cerdán. Ellos formaban aquello que se conocía como ''periodistas infiltrados''. El control que el inspector de policia ejercía sobre la prensa era tal, que él conocía la portada de 'El Mundo', mucho antes de que se publicase y se diera a conocer en los clásicos resúmenes de prensa radiofónicos.
Otro que traficaba con información era el citado Rodríguez Menéndez. Sin pelos en la lengua, contó en el especial de Cuatro, que llegó a comprar a periodistas de tres diarios. Esos diarios eran El País, El Mundo y La Razón, a los que pagó desde 50.000€, por contar noticias con verdades a medias, mentiras interesadas. Se trabajaba siempre con el material que filtraba Villarejo.
Y dentro de este grupo de periodistas que trabajaban en las medias verdades, tres fundamentales, agrupados bajo el sobrenombre de 'El Sindicato del crimen'. Allí se encontraban algunos como Esteban Urreiztieta, Manuel Cerdan o Alfonso Rojo, pertenecientes a 'El Mundo'.
Otro de los casos que contó Rodríguez Menéndez fue como el PSOE montó un brazo mediatico, un brazo propagandístico, una vez 'El Mundo' empezaba a destapar sus casos de corrupción. Se compró la versión madrieña del diario 'Ya', que atravesaba unas duras penurias económicas, para convertirlo en su instrumento de propaganda, con el abogado como director, llegando a controlar cada noche la portada del rotativo.
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