13:30 horas. Ese era el momento clave, el momento en el que una cuenta atrás de 48 horas llegaba a cero. El futuro del país en manos de dos hombres: Pedro y Pablo. Alta expectación por saber lo que iba a ocurrir en la segunda votación. Por saber si tres meses después nuestro país tendría un gobierno, y si en ese gobierno estarían solo los amigos de Pedro o acudirían también los amigos de Pablo.
Todas las cadenas expectantes en el inicio de un debate de investidura. Todas, menos Antena 3. La cadena de Atresmedia ha optado por mantener su programación habitual, y ofrecer exclusivamente el inicio del debate. Así mientras los partidos hablaban, en Antena 3 giraba la ruleta buscando la suerte.
Y esa hubiera sido una bonita paradoja de la situación del país. Unos ciudadanos buscando la suerte mientras giraba la ruleta. Giraba y giraba, pero caía en la casilla de la quiebra. Quiebra de la que ahora habrá que volver a empezar. Las finanzas y la vida.
Pero que luego no te engañen con que son referencia informativa, porque ser referencia informativa consiste en estar donde hay noticia, siempre manda la información. La que ha cumplido esto a rajatabla ha sido TVE que ha ofrecido un muy completo especial informativo desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde.
Luego están los que están y casi mejor que no estuvieran. Es una democracia esto en lo que vivimos, pero no debería confundirse con libertad para insultar a cualquiera.
Es lo que pasa con Paco Nadal. Paco Nadal es un periodista del Grupo Prisa, que no trabaja en el área de politica, pero que tiene una opinión muy clara. Y Paco Nadal, que cubre la información de viajes, se ha encargado de dejarnos claro que no es votante de izquierdas, y mucho menos de Podemos. También hemos descubierto que no es el presidente del club de fans de Pablo Iglesias, ni tampoco tiene la intención.
Si me preguntan a mi, creo que este hombre debería ser sancionado por Prisa, ya que ha usado como altavoz una red social que es el mismo altavoz que usa para su trabajo. Y creo que esta mala conducta no debe perjudicar a la credibilidad de un medio de comunicación.
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