Diez años en la vida son mucho, pero es que diez años en televisión son más. Por eso tiene merito que aguante tanto 'Sálvame', el programa de la tarde de Telecinco, que ha acabado con los clásicos magazines vespertinos de la Era Ana Rosa y ha llenado de circo la franja vespertina. En este programa no hay presentadores correctos que intentan no equivocarse nunca, sino que hay presentadores que se dedican a intentar manejar el cotarro.
Siempre los realitys duran tres o cuatro meses al año y se paran, para evitar que se caiga en el hartazgo y repetición, pero en las tardes de la cadena de Mediaset el programa de los que se salvan no ha fallado nunca, ni por festivos ni por vacaciones. Es la rueda del circo que nunca para, la sesión de meriendas y gritos que continúa imparable una década después.
¿Es Sálvame telebasura? Es muy difícil responder a eso, depende de lo blanca que queremos cada uno que sea la vida. Desde luego mientras las mañanas estén llenas de cadáveres en descomposición la verdad es que ver a ''La'' Esteban con la boca llena parece lo menos inofensivo.
En Sálvame les ha dado para hacer de todo, desde cantar hasta celebrar bodas, ideas que han supuesto un alivio de imaginación entre la rutinaria programación televisiva. En el plató de Telecinco se han vivido calvarios y pasión, de eso que no falte.
Con los salvados no puede nadie, ni concursos ni telenovelas, ni siquiera los terremotos de la politica. Merendar yogurt mientras se abrasan con los focos es cada tarde la costumbre de unos inconscientes, y como hay gente del otro lado, ese plan seguirá así durante años.
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